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Hacia el año 1820, en la localidad de Palmyra, unos 80 km al norte de la ciudad de Nueva York, Joseph Smith relata que después de haber leído en la Biblia el siguiente pasaje: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la ola del mar, que es movida por el viento y echada de una parte a otra" y de haberse entregado a la meditación, tuvo una visión celestial de Dios Padre y Jesucristo, que él describe en éstos términos:
“Vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí [...] Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!".

Esta aparición, conocida como «La Primera Visión», le señaló a Smith que ninguno de los credos de las iglesias existentes hasta ese entonces era aprobada por la divinidad.Todas habían subvertido las enseñanzas de Jesús, y sería su deber el restaurar la verdadera Iglesia de Cristo.

Cada Barrio SUD (Santo de los Últimos Días) está compuesto por un número reducido de miembros que viven cerca unos de otros y que se relacionan entre ellos como una sola familia. Se visitan mutuamente y procuran conocer sus necesidades para convertirlas en oportunidades de servicio. Debido a que su actitud está mayormente orientada hacia el servicio, los miembros ocupan posiciones de liderazgo denominadas «llamamientos» de manera totalmente voluntaria y sin recibir pago alguno.



Mediante nuestra fe, y de acuerdo con la voluntad del Señor, las personas pueden ser sanadas de sus aflicciones. Esta es otra bendición maravillosa de nuestro Padre Celestial que siempre está consciente de nuestras necesidades.



El sacerdocio que poseen los varones dignos SUD contiene el poder de bendecir y sanar a los enfermos y afligidos. De acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, los poseedores del sacerdocio que son dignos, tienen el poder para sanar a aquellos que tienen la fe para ser sanados. La persona que está enferma debe ejercitar fe en el poder de Jesucristo.



Las bendiciones del sacerdocio pueden ser una fuente de consuelo para aquellos que están enfermos no solo física sino también espiritualmente.

Sitio no oficial de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

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